December 2015 in Bitácora Arquitectura
Entrevista a Mario Schjetnan 26 de agosto de 2015
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En junio de este año, en la ciudad de Moscú, el arquitecto mexicano Mario Schjetnan recibió el premio Sir Geoffrey Jellicoe Award 2015 de la International Federation of Landscape Architects (IFLA), por su trayectoria dedicada al mejoramiento del paisaje, la ciudad y el medio ambiente, y al desarrollo integral de la profesión. Al ser la distinción más alta que puede recibir un arquitecto paisajista en vida, es la primera vez que el galardón es otorgado a un arquitecto latinoamericano.
Mario Shjetnan es socio fundador y director de Grupo de Diseño Urbano desde 1977. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, tiene una Maestría en Arquitectura de Paisaje y Urbanismo en la Universidad de Berkeley, California y es fundador de la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México. Entre sus obras más destacadas se encuentran el Parque Ecológico Xochimilco, la rehabilitación del Bosque de Chapultepec, el Union Point Park en Oakland, California, el Museo Arqueológico de las Culturas del Norte en Paquimé, la Reserva Eco-arqueológica de Copalita, en Huatulco, Oaxaca, y el Parque Bicentenario, en Azcapotzalco, Ciudad de México.
Nos reunimos con él una mañana de verano, en su despacho del barrio Condesa, en la Ciudad de México. Cobijados por un agradable espejo de agua hablamos con él sobre su vocación y compromiso con el paisaje.
Michelle Meza Paredes: ¿Cuál es tu papel como arquitecto paisajista?
Mario Schjetnan: Lo veo más bien en el sentido de la importancia que tiene la arquitectura de paisaje desde finales del siglo XX hasta nuestros días. Vivimos en una época posmoderna, en la que el paisaje ha adquirido una gran relevancia, en particular por generar una ciudad más amable, humana y sustentable. Creo que el advenimiento del siglo XX ocurrió como resultado de haber tenido un movimiento del automóvil, de suburbios generados por el mismo; además, el mundo se dio cuenta de que las ciudades se deshumanizaron, se vaciaron, y de que se producía contaminación; se produjo enajenación en ciudades poco habitables.
Hoy, el paisaje constituye una visión desde la cual se diseña la ciudad a partir de la naturaleza y de las personas, para humanizarla. Todos los movimientos que surgieron en el siglo XX para la reconversión de la ciudad a través de infraestructura o de zonas abandonadas por la industrialización, se han producido por arquitectos paisajistas. A éstos se les suma la parte de la renaturación de la ciudad.
Mi participación en esto es poder activar la ciudad, colaborar en su transformación, regeneración y reutilización a través de volverla más sustentable y humana.
MM: ¿Qué te inspira?
MS: Me inspiran muchas cosas: el sitio en el que trabajo, que, para mí, es la esencia del paisaje; ver a profundidad el sitio en todos sus aspectos, ya sea natural, urbano, suburbano, costa, selva o desierto; hasta una zona deteriorada inspira. La clave de inicio de cualquier proyecto es entender y ver a profundidad el sitio, así como a las personas.
Después vienen más cosas que dan inspiración: movimientos del arte, ciencia, naturaleza y ecología, entender esas maneras de ver el mundo. De igual manera, me inspira la cultura de México.
MM: Hablas de que te inspiras en el sitio y el territorio. Al diseñar en lugares inhóspitos, ¿de dónde tomas la inspiración?
MS: Precisamente de eso, de lo inhóspito. En el Parque Bicentenario, la inspiración ocurre en términos poéticos, no de información; es decir que yo creo más en lo que te comunica el sitio, en lo que te pide. Por ejemplo, la sensación que tuvimos en este caso al entrar por primera vez al terreno fue impresionante, se sentía la deshumanización, la falta de habitabilidad. De ahí nos surgió la inquietud, y con ella la inspiración, para convertir un terreno con estas características en un espacio totalmente humano, donde pudieran correr niños, crecer plantas, etcétera. La inspiración resulta como un método de protección, de respuesta y de soluciones; es la imagen de la "antisituación". La parte emocional la ve uno en su sensibilidad, como al leer un poema y entender la percepción del autor de las ciudades, por ejemplo.
Considero que existen tres aspectos indispensables que conforman un sitio: la parte científica, donde se conocen sus condiciones naturales; la parte de la infraestructura, construcción o deconstrucción, etcétera, y por último, la faceta emocional.
Los poetas son quienes mejor han sabido describir sitios. Un ejemplo de ello es Walt Whitman, quien habla del momento en que se muda durante varios años a una laguna en Boston, y por este medio logra transmitir lo que sentía. Así también, García Lorca habla respecto a Nueva York, a sus puentes, barcos y enajenaciones de los años 30. De esta manera se descubre que hay sensibilidad por el sitio, lo bonito, feo, dramático, agresivo o maravilloso que puede ser. Cabe aclarar que no nada más el poeta ha hablado de lo grandioso que resulta el paisaje y su belleza, pero es esa sensibilidad que tiene para describir la que se debe procurar sentir para percibir el sitio; eso lo hace la persona más indicada para hablar de él.
MM: ¿Hay algún poeta o escritor que creas que haya logrado describir bien la Ciudad de México?
MS: Hay varios, por ejemplo “El Cocodrilo”, Efraín Huerta, que tiene un par de libros que hablan de cuestiones de la Ciudad de México; Carlos Fuentes, que en La región más transparente la retrata, y otros, como José Emilio Pacheco y Salvador Elizondo.
Es necesario comprender que el arquitecto tiene que crear puentes hacia la cultura para poder tener profundidad, lo cual no quiere decir que debe convertirse en una persona del todo intelectual, pero sí informarse, ser sensible y buscar refuerzos y visiones. Yo, por ejemplo, en este momento me he visto inmerso en el arte cinético de los años 60 y 70, ya que me interesa mucho este movimiento.
La arquitectura es movimiento, y aun más que ésta, la arquitectura de paisaje. El paisaje es el transcurrir de un territorio, casi nunca se puede percibir de manera estática.
MM: Entonces, ¿el paisaje siempre se está transformando?
MS: Una de las cualidades particulares del paisaje es que siempre está en movimiento como ente ecológico, y por lo tanto, como ente paisajístico; un río nunca está quieto, un bosque, igual va a ser siempre diferente. La producción herboria es distinta de unos años a otros, dependiendo de las condiciones naturales; la fauna y la flora se están transformando; los estratos son diferentes entre sí; el desierto cambia por la lluvia o a falta de ella, y hasta es capaz de florecer. El paisaje es dinámico, al igual que la manera como se ve, ya que uno también está en movimiento. Se puede comparar con el arte escultórico en su nueva etapa; antes, eran elementos estáticos; hoy, los penetramos, recorremos, subimos, bajamos, traemos, abrimos, etcétera. Un ejemplo de esto es el Espacio Escultórico (cu, unam), el cual puedes ver, aunque su esencia se capta al recorrerlo, al percibirlo en movimiento; ésa es la gran diferencia entre ver una escultura como El Caballito de Sebastián y ver el Espacio Escultórico.
MM: ¿A qué le das más peso, al ambiente o a la estética?
MS: A los dos, sin embargo es primordial resolver el problema humano (aunque todos los problemas son humanos); por más involucrada que se encuentre la naturaleza siempre hay una relación con el hombre. Cuando se nos pide resolver un problema ambiental, tras hacer un estudio intensivo del sitio, se le pide a un ingeniero solucionar un problema específico, cómo evitar que se desborde un río, mientras que al arquitecto paisajista se le pide que, junto a la parte técnica, se cumpla con una estética para lograr que inspire, que sea humano.
MM: Y en este contexto, ¿quién tiene más peso, el cliente o la sociedad?
MS: Para poder cumplir con un proyecto tienes que tener ética. En ocasiones, cuando tienes un cliente demandante, no te dan un programa, lo que tú tienes que pensar es que tu cliente es la sociedad y no directamente quien te lo solicita -esto en la medida en que se pueda, porque en la profesión eminentemente uno depende del cliente en general. Tienes una responsabilidad con ambas personas; si es privado, adquieres diferentes responsabilidades, como lograr que quede bien por la inversión que está haciendo, que funcione, y hacer que el cliente esté cómodo con el resultado, sin dejar de pensar en la sociedad. En este caso, también tiene que haber ética para poder decirle que no cuando te pide algo que atenta contra la naturaleza, tener una posición clara. Para el urbanismo hay algo básico que se tiene que saber desde el primer día: el bien común. Una obra debe tener mayores beneficios que afectaciones, y cuando se habla de obra pública, debe buscarse el bien común.
MM: ¿Abordas de la misma forma los proyectos públicos y los privados?
MS: Me he topado con los dos tipos de clientes. Tanto los que piden restituir un bosque privado de 500 mil hectáreas en Valle de Bravo, donde el beneficio es propio, cómo los que piden un plan maestro de dos mil hectáreas para unos monjes budistas, donde se debe pensar a futuro, hasta 500 años; en éste último caso agradecí que por primera vez hubiera alguien con visión a largo plazo. A los que son clientes voraces, en cuya única visión está el dinero, y a los que planean hacer algo que puede afectar a la sociedad o con lo que tú no estás de acuerdo, es mejor darles la vuelta.
MM: ¿Qué es lo más importante en tu proceso de diseño?
MS: Lo más importante es entender los objetivos y ahondar en ellos. En el diseño urbano, la parte más creativa del proceso es el programa; un ejemplo de ello es cuando te piden peatonalizar una calle, que en este caso sería el objetivo; lo enriquecedor de este objetivo es ampliar el programa y tomar decisiones sobre lo que va pasar en esa calle.
Del programa siempre nace la parte intelectual y creativa. Para poder llevar el proceso creativo es necesario escoger al equipo de trabajo, el cual debe ser interdisciplinario. Los grandes arquitectos que han transformado México, como Pedro Ramírez Vázquez, Mario Pani, etcétera, han sabido hacer equipos de este tipo.
En los procesos de diseño se tiene que entender el sitio, el problema, los objetivos, el programa y generar un equipo. No es lo mismo atender un problema social en Xochimilco, donde se necesita un historiador, un sociólogo, un psicólogo y un antropólogo, que un proyecto que requiera al mejor ingeniero de tránsito.
MM: ¿Cuáles serían tus referentes mundiales de la arquitectura de paisaje?
MS: Para poder responder esa pregunta necesitaría de toda una tarde. Si nos remitimos a cuando empecé a interesarme por el paisaje, quien más me impresionó fue en Frederick Law Olmsted. Después de él, Luis Barragán se convirtió en mi referente más importante, quien era un paisajista de talla internacional. En una etapa más temprana de la carrera descubrí a Roberto Burle Marx, ya que en ese entonces estaba de moda la obra de Oscar Niemeyer y al ver que los edificios que más me gustaban de él eran precisamente los que tenían paisaje, comencé a indagar quién era quien hacía el paisaje de sus obras, aunque en ese entonces no se les otorgaba crédito a los paisajistas. También me pasó que veía un edificio maravilloso de Skidmore Owings & Merrill en Estados Unidos, donde lo más importante son los patios, su emplazamiento y su ubicación en un suburbio muy impresionante, y una vez más me pregunté quién había hecho eso. De esta manera me fui interesando poco a poco en personajes como Lawrence Halprin, Garrett Eckbo y otros, todos ellos de mediados de siglo XX; para cuando yo estudié, que fue en los años 60 y 70, ya resultaban importantes en el ámbito de la arquitectura de paisaje.
Cuando estuve en Berkeley, seguí a Ian McHarg, ya que nos enseñaban desde sus métodos y a partir de su libro Design with Nature. Además de estas personas de las que vas aprendiendo por interés, vas formando relaciones de otro tipo con personas de otros lados del mundo. En mi caso he formado amistad con Peter Walker, Martha Schwartz, Laurie Olin, Michael Van Valkenburgh y una serie de personas que hoy en día están a la vanguardia del paisaje en Estados Unidos y el mundo, y que además son de generaciones similares a la mía, es decir que hicieron mucha obra importante a partir de los años 80. Y no solamente ellos, sino también personas de países europeos como Dinamarca, Suecia, Noruega y otros.
MM: ¿En qué momento decidiste que ibas a ser paisajista?, ¿de dónde viene tu interés?
MS: Mi interés viene de muchas fuentes. La primera de todas es mi padre, que fue arquitecto, mas no arquitecto de paisaje; sin embargo, le gustaba mucho la naturaleza y por ello sembraba árboles. Cuando niño era solitario y me gustaba salir al campo de Churubusco a jugar por mi cuenta, ver las montañas y su relación con el sol, los árboles, la luz que pasaba entre ellos; esta serie de cosas me ayudaron a formarme una sensibilidad que me permitió saber a los siete u ocho años que quería ser arquitecto, pero aún no sabía que quería ser arquitecto paisajista.
Ya en la carrera me empezó a interesar el edificio y más que éste, su contexto. Solía ver edificios que tenían relación con el paisaje, su incidencia de luz, el espacio, y con todo esto empecé a buscar, a darme cuenta que esto era precisamente lo que me gustaba. De igual manera, en la Facultad tuve muy buenos maestros de urbanismo, y ya para ese entonces me interesaba más allá del edificio en sí; también por estar viendo frecuentemente la revista Urban Design.
Cuando iba en cuarto y quinto semestre tomé unos cursos de paisaje que impartían Carlos Contreras y Carlos Bernal. Ahí fue donde me planteé si quería estudiar paisaje o urbanismo, ya que se consideraba que el arquitecto paisajista era aquél que se encargaba de los jardines y que los urbanistas veían la ciudad, el diseño urbano. No fue hasta Berkeley que encontré esto en una Maestría de Paisaje, en la que en primer año aprendes una visión general para que en el segundo puedas elegir entre cuestiones ecológicas, de diseño urbano o de investigación.
Para mí fue como una revelación irme a Berkeley porque me generó una idea de universalidad que la educación superior en México no tiene; desgraciadamente nos seguimos manejando en escuelas. Yo creo que nadie de nuestra Facultad toma un curso en Ingeniería, Filosofía, Ecología ni en ningún otro lado, cosa que no pasa en Estados Unidos; ahí tiendes a tomar cursos de Ecología en la Facultad de Forestación y Medios Naturales, de manera que al ir a otras facultades enriquecías la experiencia académica al estar en contacto con otros estudiantes.
En Berkeley se formaba el famoso “Earth day”, en el 69. Se estaban formando una serie de movimientos muy interesantes respecto a conocer el mundo, sus procesos naturales, la contaminación, y en mucho, la literatura que salió de esto era impresionante, era la formación de la cuestión del equilibrio ecológico.
Yo estuve ahí en 1968, por lo que los movimientos que presencié eran variados; las instituciones participaban activamente, se hablaba de la guerra de Vietnam, de las drogas, de la psicología -no freudiana, sino del comportamiento- y entre todos se encontraban también los hippies. Era todo una revolución, y como es normal, la gente se perdía.
MM: ¿Había mucha diferencia entre el 68 mexicano y el de California?
MS: Eran totalmente distintos. En México era un rompimiento de la estructura semidictatorial, mientras que en Estados Unidos era un cuestionamiento sobre la educación, las drogas, la sexualidad, la ciencia y la revolución de la visión ecológica.
MM: ¿Cómo te sientes ahorita con toda tu trayectoria, el bagaje que tienes y al haber recibido el premio?
MS: Obviamente me siento muy halagado y reconocido; sin embargo, lo que me da más gusto es que se reconoce a México. Desde mi percepción, yo no hubiera perdido nada si no me lo hubiera ganado; no sé si sería yo más famoso a nivel mundial, por eso lo que yo veo más benéfico es la llamada “cola del huracán”, lo que trae consigo para México y para la difusión de la arquitectura de paisaje, ya que eso es lo que ha costado trabajo. La arquitectura del paisaje no ha terminado de surgir en México después de 40 años, aún tiene mucho por crecer.
Sin embargo, más que la trascendencia para mi persona, me interesa para los demás: estudiantes, profesionistas, jóvenes. Cuando éramos jóvenes, nos tocó vivir la premiación de Ricardo Legorreta con la medalla de oro de la aia, y creo que se ha de haber sentido fantásticamente, pero lo que nosotros sentíamos era el querer estar ahí. De joven tienes modelos, y cuando ves que se ganan un premio te da gusto, porque son mayores, son ejemplos, y lo logran por su obra.
Es por eso que en mi discurso yo hablé de la arquitectura, porque no me gané un premio por un concurso, no me hicieron miembro de una academia de artes; fue de esto, y qué mejor que tomarlo como una oportunidad para divulgar el paisaje mexicano, que es lo más emocionante, porque curiosamente, este premio tiene mayor trascendencia en Europa que en Estados Unidos, y esto ayuda a que los ojos de Europa y el mundo estén volteando a mi país.
MM: De toda tu trayectoria, ¿qué es lo que te ha dado mayor satisfacción?
MS: Me ha marcado mi primer proyecto que hice, Tezozomoc, porque finalmente pude hacer un proyecto tan joven y de gran tamaño. Un parque con todas las técnicas importantes que hay sobre el reciclaje de agua y tierra, de intervención, en un lugar para la gente; un parque urbano en una zona pobre de la zona industrial de Azcapotzalco, presente desde hace 35 años.
Algo que en una ocasión mencioné en cierta conferencia es que es muy diferente estar haciendo y mostrando proyectos, a mostrar una realidad por primera vez. Es muy difícil llevar a cabo este segundo caso, y más cuando se habla de urbanismo, en el que 90% del problema es de infraestructura, y por lo tanto, el costo también.
Con muchos proyectos actuales en su despacho, Mario Schjetnan se excusa. Después de este premio, seguramente su trabajo se volcará hacia el extranjero y hacia otros tipos de paisaje. Será interesante ver su trabajo realizado en otros lugares. Aunque, como él mismo lo dice, los ojos del mundo se volcarán también hacia el paisaje mexicano, y la presencia de los arquitectos paisajistas mexicanos en el extranjero será aún mayor.
Mayor información: Grupo de Diseño Urbano www.gdu.com.mx
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