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Editorial


Jean-Jacques Rousseau es, como señala Luis Antonio Velasco en la entrevista de este número, un filósofo que muchos conocen e incluso leen alguna vez en su vida. Desde el derecho a la biología, pasando por la pedagogía, las distintas artes, las letras, la política, la sociología y, por supuesto, la misma filosofía, los lectores hemos visitado las ideas de Rousseau. Su pensamiento aparece también en las clases de los estudiantes de secundaria y de preparatoria ligado a la Revolución francesa, e, inexplicablemente, a la propuesta ilustrada cuando, en realidad, toda su obra, desde sus dos primeros discursos, mantiene una ácida y polémica disputa con los principios rectores de la Ilustración. No es un autor fácil de comprender porque, aunque goza de una escritura diáfana, su razonamiento suele caer en nudos lógicos que dejan los problemas planteados y sus soluciones abiertas, acentuando con esto el carácter provocador de sus propuestas. Este rasgo aporético de su filosofía refleja y respeta la preocupación antropológica esencial de su pensamiento: nada podemos concluir en los modos de ser y hacer de los seres humanos que no sea susceptible de, al menos, otra lectura posible. Y nosotros, como lectores, podemos ver que Rousseau, desde su primer libro, Discurso sobre las ciencias y las artes, hasta el último, Ensoñaciones del paseante solitario, ha sostenido su inquietud filosófica medular: conocer qué es el hombre, sin una solución definitiva. Es un gesto de humildad, nobleza y perseverancia intelectual notable.

Rousseau no es un pensador que haya sido recuperado por la filosofía del siglo XX y lo que va del XXI. Su pensamiento, sin embargo, continua vigente. ¿Por qué? En este número de INTER DISCIPLINA trazamos algunas respuestas probables a esta pregunta y lo hacemos desde diferentes frentes disciplinarios. Las respuestas filosóficas las encontramos en el ensayo de Antonio Marino López y en la entrevista de Luis Antonio Velasco; las históricas, en el trabajo de Fernanda Valencia Suárez; las literarias, en el de Romina España y, las estéticas, en el ensayo de Carolina Depetris. La reseña del libro de Lacoue-Labarthe, de Selma Rodal Linares, repasa la relación que el arte tiene con la política en Rousseau. Quisimos, con esta lectura interdisciplinaria, honrar la amplitud de su pensamiento. A esta perspectiva se suma otra marcada por la distancia, pues los académicos que participan en este número trabajan en sedes foráneas de la UNAM, la Facultad de Estudios Superiores en Acatlán, y el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, en Mérida.

Rousseau, lo veremos en los ensayos que siguen, fue un filósofo que encontró en la libertad el valor máximo de la ontología humana. En nuestra realidad histórica actual, en donde vemos, reiteradas en todo el mundo, la ausencia de tolerancia y respeto a la libertad esencial del ser humano que Rousseau ya denunciaba, debemos recuperar su pensamiento y sostener su vigencia necesaria. Esta es, en suma, la intención de este número de INTER DISCIPLINA.

Notes

[1] *Editora invitada