El tercer punto de discusión de este trabajo se enfoca en el establecimiento de un
andamiaje conceptual y epistemológico que permita generar condiciones de articulación
y trabajo de áreas diversas del saber, es decir, que posibilite un abordaje de los
distintos fenómenos de interés como una “realidad social total” (González Casanova 2013).
La discusión que se propone en este apartado está asociada con un proceso iniciado
en el curso del Diplomado de Actualización Profesional en Perspectivas de Investigación
Interdisciplinaria del CEIICH-UNAM, y que ha continuado con la comunicación activa
de tres participantes, quienes decidieron seguir en diálogo para pensar y articular
posibilidades de trabajo colaborativo desde una perspectiva interdisciplinaria.
La presentación de una alternativa conceptual implica la identificación de los principales
nodos de discusión, desde los cuales es posible pensar en un trabajo conjunto, que
integre dos o más áreas del saber. Es por eso que acá se presentan, primero, los niveles
de acción desde donde se propone y toma sentido el trabajo inter o transdisciplinario,
y, en un segundo momento, la alternativa de un marco epistémico común.
¿Para qué la vinculación entre disciplinas?
La apuesta por una investigación interdisciplinaria (o transdisciplinaria) se vincula
con la necesidad de crear las condiciones para responder preguntas de mayor complejidad
(que trascienden la demarcación de una sola disciplina), así como a la imposibilidad
de encontrar una solución a ciertos problemas de la realidad. Desde ambos requerimientos,
la investigación interdisciplinaria apuesta por la explicación y comprensión de la
realidad como un complejo entramado de relaciones.
En el primer nivel (el de las preguntas), la investigación interdisciplinaria aparece
como un alternativa de trabajo que interpela la manera en que se ha dado históricamente
el trabajo científico. Esto porque implica la creación de sinergias y vínculos entre
áreas de conocimiento distantes, y que incluso se pue den haber creado desde la mutua
negación.
La apuesta por la investigación de corte interdisciplinario implica un cuestionamiento
de los cánones epistemológicos tradicionales, desde los cuales no se reconocen otros
saberes y otras formas de conocimiento, es, desde algunas perspectivas, una revisión
a las bases constitutivas de la práctica científica que se asume como relato hegemónico.
En el segundo nivel, se trata de pensar en nuevos problemas, en tanto la demarcación que se ha venido realizando de algunos acontecimientos no
ha permitido encontrar una solución. Esto no significa dejar de darle importancia
a las problemáticas más acuciantes de la realidad como la pobreza, la desigualdad
y la violencia, sino de abordarlas desde otras perspectivas, establecer sus interrelaciones
o su interdefinibilidad, para abordarlos como fenómenos sociales totales (González Casanova 2013) o como un sistema complejo (García 2006). Este nivel se vincula con la acción directa a la práctica de transformación de
la realidad, pues las discusiones no se limitan al ámbito más académico de reflexión,
sino que implican desde una lógica de la praxis, un trabajo de cambio y alteración, que considere la realidad en su complejidad.
En una respuesta concreta a la pregunta que propicia este apartado, la vinculación
entre disciplinas sirve para poder hacer y responder nuevas preguntas de investigación,
a la vez que para ocuparnos de otros problemas, no por la negación de los que ya existen,
sino para abordarlos de otra manera, buscando alternativas de solución.
Nuestro posicionamiento: una alternativa para el trabajo entre disciplinas
Nuestro marco epistemológico común tiene su origen en dos reconocimientos. Comenzando
con la democracia cognitiva comprendida desde la epistemología genética piagetiana,
que plantea en primer término las posibilidades genéticas de todos los humanos para
construir conocimiento de manera complejizante, lo cual se desarrolla por medio del
bucle cognitivo que nos propone Jean Piaget: interacción > asimilación > acomodación.
De tal forma, la elaboración del conocimiento comienza con la interacción del sujeto
con las realidades [sujeto > objeto], de las cuales surge una experiencia significativa
de comprensión y apropiación de dichas realidades [objeto > sujeto], a partir de las
cuales son integradas al pensamiento anterior, acomodándose y haciéndose un espacio
de relación en las estructuras cognitivas predecesoras.
Otra forma de cómo entendemos la democracia cognitiva se enfoca en su comunicabilidad,
que plantea interrogantes sobre cómo compartir y dialogar el conocimiento, abriendo
las posibilidades de comunicación entre pares y con la sociedad en general, hacer
asequible el conocimiento para todos, es algo que Edgar Morin nos invita a fomentar,
cuando plantea:
La democracia cognitiva parte de la crítica a las tecnociencias que produce conocimiento
elucido caracterizado como esotérico, accesible por capacitación especializada, es
decir, fragmentada. También produce ignorancia y ceguera de los propios científicos
y es fomentada por la divulgación mediática actual. La democracia cognitiva le otorga
el derecho al ciudadano de adquirir conocimiento que lo posibilite a tener visión
globalizada, pertinente e integrada para una sociedad de la información capaz de relacionar
la fragmentación y producir conocimiento complejo y comprensión de la diversidad cultural
contenida potencialmente en el Internet, entendida como un sistema neurocerebral semiartificial
que combina a los seres humanos y a las máquinas, y que constituyen una red en permanente
expansión, alimentada por innumerables bucles recursivos. Observando la ausencia de
divulgación científica dirigida a la sociedad en su conjunto y que no reconoce las
potencialidades del ciberespacio, donde se intercambian informaciones, conocimientos,
ideas y pensamientos entre los internautas, y que asumido desde la democracia cognitiva
enriquecería y transformaría la red por medio de la autorreproducción de bucles recursivos,
que a la vez crean las condiciones preliminares de una sociedad/mundo cimentada en
la comprensión de la diversidad cultural y el conocimiento complejo. La divulgación
mediática es el problema histórico de la democracia. [Resumen del texto Democracia cognitiva y comunicacional (Morín 2011, 157-162)].
La dimensión dialógica de la democracia cognitiva establece el trabajo colaborativo
como su principal problema/solución, asumida desde la perspectiva de la investigación
acción colaborativa, es decir, por medio de un proceso de continuos bucles reflexivos
que permitan ir profundizando en las formas de relación entre los participantes del
proceso, convocados por uno o varios problemas comunes: “Los participantes implementan
soluciones prácticas a sus problemas, utilizando sus propios recursos o en solidaridad
con otros grupos o gremios. Estas actividades están interrelacionadas y forman un
ciclo dinámico” (Balcázar 2003, 63). Ciclos que van definiéndose por medio de atizar las prácticas de organización horizontal
entre los sujetos integrantes de los grupos de investigación.
Partimos del reconocimiento de la complejidad en la realidad y de la imposibilidad
de construir soluciones de manera disciplinar. Enrique Leff (2007) desde una reflexión ambientalista nos presenta la situación de la siguiente manera:
La crisis ambiental de nuestro tiempo es el signo de una nueva era histórica. Esta
encrucijada civilizatoria es ante todo una crisis de la racionalidad de la modernidad
y remite a un problema del conocimiento. La degradación ambiental -la muerte entrópica
del planeta- es resultado de las formas de conocimiento a través de las cuales la
humanidad ha construido el mundo y lo ha destruido por su pretensión de unidad, de
universalidad, de generalidad y de totalidad; por su objetivación y cosificación del
mundo. La crisis ambiental no es pues una catástrofe ecológica que irrumpe en el desarrollo
de una historia natural. Más allá de la evolución de la materia desde el mundo cósmico
hacia la organización viviente, de la emergencia del lenguaje y del orden simbólico,
el ser de los entes se ha “complejizado” por la reflexión del conocimiento sobre lo
real. (p. 2).
La consciencia global es una marca de nuestros tiempos de lo cual emanan una gran
cantidad de fuegos artificiales con efectos de deslumbramiento, presentes en múltiples
formas muy brillantes, desde las pantallas de los dispositivos actuales hasta los
materiales y objetos de nuestra neo-naturaleza artificial, es decir, la cultura contemporánea,
sin embargo, esas luces tan brillantes de los televisores, móviles, computadores,
automóviles, electrodomésticos, la arquitectura, entre otros, proyectan sombras que
no son fáciles de ver, Giorgio Agambem, señala:
[…] contemporáneo es aquel que tiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no
la luz sino la oscuridad. Todos los tiempos son, para quien experimenta la contemporaneidad,
oscuros. Contemporáneo es, justamente, aquel que sabe ver esta oscuridad, y que es
capaz de escribir mojando la pluma en las tinieblas del presente… Puede decirse contemporáneo
sólo aquel que no se deja cegar por las luces del siglo y que logra distinguir en
ellas la parte de la sombra, su íntima oscuridad... el contemporáneo es aquel que
percibe la oscuridad de su tiempo como algo que le corresponde y no deja de interpelarlo,
algo que, más que otra luz se dirige directa y especialmente a él. Contemporáneo es
aquel que recibe en pleno rostro el haz de tinieblas que proviene de su tiempo. (2007,
párr. 6).
En este lugar, más allá de la luminosa doxa, es donde la construcción del conocimiento cobra sentido, donde la investigación
mira hacia lo desconocido, a lo indefinido, al sinsentido. En ese borde de lo conocido
donde el investigador se para con la firme intención de dar ese paso al vacío, con
la esperanza de ser recibido por los andamios de la comprensión, que le permite sumergirse
en el bosque de la complejidad. Pero, ¿cómo entendemos la complejidad?
La siguiente imagen nos permite visualizar por un lado la contrastación entre los
paradigmas conceptuales de la ciencia que hoy están en acción. La simplicidad de las
ciencias tradicionales caracterizadas principalmente por la operación disyuntiva,
el reduccionismo monolítico y la abstracción especializada. En contraste con la complejidad
de las nuevas ciencias cimentadas en procesos dialógicos, bucles recursivos de sistemas
organizacionales adaptativos y concienzudamente hologramáticos.
Ilustración 2
Paradigmas en confrontación
Fuente: Elaborada por Yuri Aguilar Hernández, a partir de Edgar Morin.
La complejidad nos permite tomar a grupos de ciencias tradicionales y comenzar un
diálogo trans-epistemológico con la realidad contenida en otros saberes, tradiciones,
acciones, movimientos sociales, etcétera, para juntos resolver mediante vinculaciones
creativas las contradicciones entre los pares dialécticos del pensamiento [orden/desorden-racional/irracional-certeza/incertidumbre],
y así construir macroconceptos que nos sean útiles a la solución alternativa de problemas
complejos. Edgar Morin nos comparte esta reflexión:
El paradigma de la ciencia clásica veía la explicación en la reducción al orden (leyes,
invariancias, medidas, etc.). Aquí no se trata de sustituir el orden por la organización,
sino de conjuntarlos, es decir, introducir el principio sistémico/organizacional,
como principio explicativo no reductible. Semejante introducción introduce al mismo
tiempo desorden. La organización crea orden (al crear su propio equilibrio sistémico),
pero también crea desorden: por una parte, el determinismo sistémico puede ser flexible,
comportar sus zonas de alea, de juego, de libertades; por otra parte, el trabajo organizador,
como se ha dicho, produce desorden (aumento de entropía). En las organizaciones, la
presencia y producción permanente del desorden (degradación, degeneración) son inseparables
de la propia organización. El paradigma de la organización comporta igualmente en
este plano, una reforma del pensamiento; en lo sucesivo, la explicación ya no debe
expulsar el desorden, ni ocultar la organización, sino debe concebir siempre la complejidad
de la relación. (Morin 1984, 207).
En este paisaje complejizante que nos desborda hacia la realidad, una realidad que
no solo se contiene en las formas del pensamiento, sino que necesita confrontarse
con ella misma, que nos obliga a la interacción constante con una materialidad cada
vez más líquida, el diálogo transepistemológico se vuelve urgente, porque no se trata
solo de las ideas sino también de las acciones, ampliando los procesos organizativos
a otros ámbitos del quehacer humano:
La relación entre el conocimiento científico, el arte, la técnica y la acción que
se estructura y restructura para alcanzar objetivos corresponde a algo más que la
interdisciplina o que la transdisciplina. Es un fenómeno en el que se realiza otra
síntesis; la articulación la construcción, la creación, que une al pensar, al decir
y al hacer en organizaciones y estructuras diseñadas para lograr objetivos de dominación
y apropiación. Estas organizaciones se proponen como objetivos prácticos ir de los
conceptos a las palabras y a los actos. No incluyen solo las tareas de los especialistas
de alto nivel, aparecen en la cultura corporativa de los <<complejos>> y las <<transnacionales>>,
así como de muchos de sus componentes. Más que trans-disciplinas son trans- epistémicas.
Corresponden a la lógica de los planes, modelos y programas que se realizan, expresan
las articulaciones de conceptos, símbolos y actos. (González Casanova 2004, 88-89).
Es importante y pertinente reflexionar sobre esta dimensión de las organizaciones,
porque la investigación interdisciplinaria exige un nivel de organización que va más
allá del academicismo tradicional, necesita reconocerse en términos de producción
cultural y no aislarse en los lugares de culto al conocimiento, debe abrirse a la
sociedad, y para ello es urgente moverse en ciclos que van del pensar hacia el decir
y el hacer mediante la organización de estructuras adaptativas para cada proceso.