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Fri, 15 Jan 2021 in Anales de antropología
Tratamiento funerario en la Mixteca Alta durante el Formativomesoamericano
Resumen
Este estudio busca comprender el comportamiento y las prácticas culturales querodean el tratamiento funerario en la Mixteca Alta durante el Formativo. Eltratamiento funerario implica todo el proceso que el cuerpo de un individuo tuvodurante y después de su entierro. Actualmente, los datos de los sitios deEtlatongo y Cerro Jazmín, localizados en esta región, nos permiten entender lasinteracciones sociales a través de la muerte. Desde la bioarqueología,observamos cómo el estudio detallado del tratamiento funerario brindainformación sobre la organización social, incluyendo las creencias religiosas,relaciones sociales, y la memoria social. Por lo tanto, analizamos los datosdisponibles del Formativo medio (850-400 aC), el Formativo tardío (400 aC-50dC), Formativo terminal (50-200/300 dC) y transición (200-300 dC), enfocándonosen tres aspectos: a) la ubicación del entierro, b) el espacio funerarioutilizado, y c) la posición del cuerpo. De esta forma, con una muestra de 67individuos discutimos los cambios que hubo en el tratamiento funerario de laMixteca Alta durante cuatro periodos y cómo estos cambios se relacionaron con elincremento de la complejidad social.
Main Text
Introducción
El término “prácticas mortuorias”, acuñado por LewisBinford (1971), quien afirma que la organización social se refleja en lacultura material observada en el registro arqueológico, ha sido el más utilizadopara entender los contextos funerarios en Oaxaca. Este enfoque se ha utilizadoprincipalmente para estudiar tumbas zapotecas en el valle de Oaxaca (González 2011; Lind y Urcid 2010; Marcus y Flannery1996; Martínez et al.2014; Middleton et al.1996; Robles 1989; Wilkinson y Norelli 1981; Winter et al. 1996). Por otro lado, laperspectiva del tratamiento funerario, además de observar la organización social,también implica todo el proceso que el cuerpo de un individuo tuvo durante y despuésde su entierro, e incluye un análisis del espacio en el cual se depositó, así comolos rituales que potencialmente se trataron (Dudayet al. 2009).
Los datos sobre las prácticas mortuorias en Oaxaca durante la época prehispánicaprovienen principalmente de tumbas de los grupos considerados como élite, excavadasen la antigua ciudad de Monte Albán; en su mayoría, son pocos entierros documentadosde los considerados no-élite. En contraste, los datos de tratamiento funerarioactualmente disponibles en los sitios de la Mixteca Alta son más diversos y podríanvislumbrar las relaciones sociopolíticas y las tensiones que hubo entre la élite ylos sectores no-élite de la sociedad. De modo que, si investigamos el tratamientofunerario en la Mixteca Alta, es posible obtener información sobre la organizaciónsocial, incluyendo las creencias religiosas como han señalado Arthur Joyce y Sarah Barber (2015), sobre las relacionessociales como propuso Rosemary Joyce (2005);o sobre la memoria social planteada por SusanGillespie (2001) y Rosemary Joyce(2005). El objetivo principal es analizar los datos disponibles sobre eltratamiento funerario de la Mixteca Alta desde los contextos del periodo Formativomedio hasta la transición Formativo terminal/Clásico temprano. Por ende, nosenfocamos en tres parámetros: a) la ubicación del entierro, b) el espacio funerarioutilizado y c) la posición del cuerpo.
La ubicación de los entierros corresponde al lugar donde se depositaron losesqueletos dentro de un sitio, ya sea en unidades domésticas o en contextos públicosy comunitarios, como en el caso de los cementerios. Por espacio funerario nosreferimos al uso de fosas simples, cistas (una construcción de piedra para delimitarel área entre el cuerpo y el suelo), pozos troncocónicos (elementos dealmacenamiento, inicialmente utilizados para alimentos, generalmente ubicados fuerade las casas que a veces se reutilizaban para enterrar a los miembros de lafamilia), o tumbas (una construcción realizada en su mayoría bajo casas o templospara depositar cadáveres). Finalmente, la posición del cuerpo refiere a lacolocación y posición del cuerpo y su orientación cardinal.
Nuestro estudio integra datos de Etlatongo y Cerro Jazmín en la Mixteca Alta, ambosubicados en el valle de Nochixtlán. Etlatongo fue ocupado desde el Formativotemprano y hasta Posclásico; los datos que utilizamos provienen de las excavacionesdirigidas por Jeffrey Blomster en 1992 (Blomster2004, 2011, 2015) y más recientemente por su Proyecto Etlatongo en elFormativo (PEF) (Blomster y Salazar 2016).Mientras que el Cerro Jazmín es un asentamiento urbano del periodo Formativo tardíoal Clásico temprano que ha sido investigado a partir del Proyecto Arqueológico CerroJazmín (PACJ), dirigido por Verónica Pérez Rodríguez (Pérez et al. 2013, 2014, 2016, 2017a, 2017b, 2017c). El presenteestudio se basa en el tratamiento funerario en la Mixteca Alta con una muestra de 67individuos, divididos en: Formativo medio (850-400 aC), 2) Formativo tardío (400aC-50 dC), 3) Formativo terminal (50-200/300 dC), y 4) transición (200-300 dC)(Cuadro 1).
Arqueología funeraria en la Mixteca Alta
La arqueología funeraria en el valle de Oaxaca y la costa del Pacífico está biendocumentado desde el periodo Formativo medio hasta el Posclásico (Barber et al. 2013; Caso 1969; Duncan et al. 2009; Feinman et al. 2010; González y Márquez 1990; Higelinet al. 2013; Higelinet al. 2017; Joyce2014; King 2011; Márquez y González 2018; Martínez et al. 2014; Martínez y Higelin 2015; Mayesy Joyce 2017; Middleton etal. 1996; Robles y Molina1998; Romero 1983; Urcid 2008; Winter et al. 1996; Winter 2011) con algunos casos en el Formativo temprano (Cervantes et al. 2017; Hepp et al. 2017). En laMixteca Alta no se cuenta con tan abundante investigación, especialmente desde laperspectiva bio-arqueológica, sin embargo, algunos trabajos se han realizado alrespecto (Figura 1). En la década de 1940,Jorge Acosta y Javier Romero (1992)excavaron ocho tumbas en el asentamiento del Formativo tardío de Monte Negro, en elextremo sur del mismo valle de Nochixtlán. Acosta y Romero, sin embargo, nodiscutieron e interpretaron sus hallazgos; en cambio, ilustraron cómo los patronesmortuorios en Monte Negro no diferían mucho de los de Monte Albán durante dichaépoca, además encontraron similitudes en la arquitectura de las tumbas en forma decajón y posición del cuerpo.
Por otro lado, Margarita Gaxiola (1984)realizó otro estudio en Huamelulpan, al norte de Tlaxiaco, donde se excavaron tresentierros, incluidos cuatro cráneos aislados que se encontraron como ofrendaasociada a un edificio público llamado El Altar de los Cráneos, el cual data delperiodo Formativo tardío-terminal. Desde una perspectiva bioarqueológica, loshallazgos en Huamelulpan se enfocaron en los cráneos ofrendados (Christensen y Winter 1997). Huamelulpan estuvocontinuamente ocupado desde el Formativo tardío y hasta el periodo Clásico y losdatos de cada entierro que se han publicado no están claramente identificados yasociados con los diferentes periodos de ocupación.
Finalmente, el sitio de Yucunama, ubicado en el valle de Teposcolula, fue excavadopor Raúl Matadamas (1991). Sus hallazgosdatan desde el periodo Formativo tardío hasta el Clásico. Matadamas excavó veintiúnpozos troncocónicos, dos cistas y dos tumbas en las que registró un total deveintinueve entierros. Sin embargo, hay poca información sobre la colocación y laposición del cuerpo debido al mal estado de conservación. Cabe mencionar que, deacuerdo con Matadamas, no todos los pozos troncocónicos sirvieron como espaciosfunerarios. Esto significa que algunos pozos troncocónicos cumplían otras funciones,posiblemente como lugares de almacenamiento y desecho. Esto es consistente con suuso en el valle de Oaxaca, donde este tipo de pozos se construyeron inicialmentepara el almacenamiento y solo más tarde se reutilizaron para entierros humanos(Marcus y Flannery 1996).
Sobre la base de la investigación disponible, creemos que es importante realizar másestudios comparativos y regionales sobre el tratamiento funerario practicado en laMixteca Alta desde una perspectiva bioarqueológica para conocer las diferenciasregionales existentes en el periodo Formativo, así como para documentar cambios enel tratamiento funerario a través del tiempo.
Tratamiento funerario
En la mayoría de los casos, en los grupos humanos, a la muerte de un miembro le sigueun conjunto de protocolos que se denominan ritos funerarios (Bloch 1971; Duday etal. 2009; Hertz1960). Entre estos ritos hay reglas sobre cómo se debe tratar o preparar elcuerpo del difunto para su entierro o cremación (Thomas 1980). Estos rituales funerarios a menudo implican las relacionessociales que existían entre los fallecidos con sus parientes vivos (Thomas 1980). Con el tiempo, los ritosfunerarios fueron parte de la sociedad y se consideraron parte de la tradicióncultural. Los ritos funerarios pueden variar entre sociedades e incluso entrefamilias o subgrupos dentro de una sociedad. Además, diferentes individuos dentro dela misma sociedad pueden percibir estos rituales de manera diferente.Independientemente de nuestras creencias individuales, familiares o sociales, comoarqueólogos no nos es posible estudiar directamente los rituales funerarios, sinoque nos enfocamos en los restos de estas actividades en busca de patrones generales,similitudes y diferencias entre individuos y subgrupos. También reconocemos que losrituales funerarios cambian con el tiempo, tal vez porque se adoptan nuevastradiciones como resultado del surgimiento de nuevas ideas, prácticas ointeracciones culturales. En otras palabras, los ritos funerarios son parte de unaconstrucción social que siempre será dinámica y que cambiará junto con la sociedadcorrespondiente. En contextos arqueológicos, podemos observar esos cambiosdiacrónicos, pero para hacerlo debemos tener suficientes datos para compararprácticas funerarias en el espacio y tiempo.
Si bien los rituales funerarios son difíciles de observar en el registroarqueológico, debemos buscar pruebas para comprender el tratamiento pre-sepulcral,sepulcral y post-sepulcral del difunto (Duday1997). El tratamiento pre-sepulcral involucra todos los ritualesfunerarios realizados antes del enterramiento final. Las prácticas rituales antes dela conquista española no están bien documentadas en algunas áreas de Mesoamérica,especialmente en periodos anteriores al Posclásico. Por lo tanto, en la arqueologíafuneraria, nos enfocamos más en los restos materiales del tratamiento sepulcral ypost-sepulcral. Según Duday (1997), eltratamiento sepulcral se centra en el espacio funerario utilizado (tumba, cista,etcétera), la posición del cuerpo y las ofrendas asociadas; mientras que eltratamiento post-sepulcral se refiere a los eventos de reapertura y reutilización delos espacios funerarios, la manipulación o reutilización de cualquier parte delcuerpo, el entierro de una parte del cuerpo o la reducción del espacio funerario ode un cuerpo (Duday 1997: 92). En esteestudio nos centraremos más en los tratamientos funerarios sepulcrales ypost-sepulcrales identificados en nuestra muestra para detectar cambios entre losentierros preurbanos y urbanos en Etlatongo y los entierros en el centro urbano delCerro Jazmín.
Etlatongo
Ubicado al norte de la confluencia de dos ríos, Etlatongo fue explorado por primeravez en 1980 por Roberto Zárate Morán, quien recuperó materiales asociados a la faseCruz B (1200/1150-850 aC), incluyendo materiales con diseños de estilo olmeca (Blomster 2004; Blomster et al. 2005), pero sin entierros asociados. En1992 se llevó a cabo un proyecto de investigación que incluyó la examinación y mapeodel sitio, se registró arqueológicamente la extensión de Etlatongo, donde selocalizó la ocupación de la fase Cruz B, con una extensión de 26 hectáreas y la faseYucuita (500-300 aC), cuya ocupación se extendió al norte del sitio y se interpretócomo el inicio de la urbanización de Etlatongo (Blomster 2004, 2015).
Las excavaciones de la fase Cruz B o Formativo temprano (1200-850 aC) expusieronciertas áreas de algunas unidades domésticas, así como de un espacio públicotemprano en la parte sur del sitio (Blomster2004, 2015). Sin embargo, no serecuperaron entierros asociados de la fase Cruz B. Los entierros explorados por elproyecto de 1992 se asociaron principalmente a un entierro múltiple de lo que se hainterpretado como un mismo linaje, manifestado en al menos tres casas de la faseYucuita (Blomster y Higelin 2017). El entierrode dos individuos en la parte superior del piso de la primera de las tres casasexcavadas se ha interpretado como fundamental para este linaje y el acceso a estosentierros se mantiene por un cilindro característico forrado de piedra que conectala casa más antigua con la más reciente (Blomster2011, Blomster y Higelin 2017). Losentierros varían en posición, de extendido a flexionado, también algunos estabanenvueltos apretadamente o agrupados en posiciones sedentes y se enterraron enespacios que van desde pozos troncocónicos hasta una cámara rectangular revestida depiedra completamente cubierta por dinteles de piedra.
El PEF ha llevado a cabo excavaciones más extensas durante tres temporadas endiversas ocupaciones principalmente Cruz B, y ha documentado fragmentos más grandesde otras casas (Blomster y Salazar 2016); sinembargo, el PEF no recuperó ningún entierro de Cruz B asociado con estas casas.Todos los entierros recuperados se encuentran en la fase posterior a Cruz B, esdecir, a partir del Formativo medio. La mayoría de los entierros recuperados por elPEF provienen del área del espacio público en la parte sur del sitio. La parte surde este montículo se reutilizó después de la fase Cruz B como entierros queintstituyeron desde el Formativo medio. El uso de este espacio público durante lasfases Cruz C (850-650 aC) y Cruz D (650-500 aC) indica su continuidad y relevancia,al menos para su empleo con fines funerarios después de su terminó en la fase CruzB. La parte norte de este montículo también contenía entierros del Formativo medio ytardío, principalmente en las fases Yucuita y Ramos temprano.
Los entierros de Etlatongo de la temporada 2015-2017 evidencian una variedad deposiciones que incluyen extendidas y flexionadas; también varía la preparación delespacio en el que se enterraron, desde pozos troncocónicos, pozos intrusivos, hastacistas. Los análisis de estos entierros recientemente descubiertos continúan, perola falta de entierros en el Formativo temprano en cualquier parte del sitio hastaahora excavado, sugiere que los individuos muertos no siempre estuvieron asociadoscon las primeras casas en este sitio; quizá haya un cementerio en Etlatongo similara los registrados para el Formativo temprano en el valle de Oaxaca (Cervantes et al. 2017; Whalen 1981).
Cerro Jazmín
El sitio en la cima de la montaña, denominada Cerro Jazmín, se encuentra en elextremo noroeste del valle de Nochixtlán. El sitio tuvo dos ocupacionesprehispánicas principales: el primero comenzó en el periodo Formativo tardío (300aC-50 dC) y terminó en el periodo de transición, que es un tiempo entre el final delFormativo terminal (50-200 dC) y el comienzo del periodo Clásico temprano (300 dC).Utilizamos el término periodo de transición sugerido por otros académicosanteriormente (Caso et al.1967), porque en las excavaciones detectamos un cambio en la culturamaterial y una disminución en la construcción entre 200 y 300 dC, cuando también seredujo la población en el Cerro Jazmín. La segunda ocupación del sitio fue en elperiodo Posclásico. Hemos documentado ocupaciones residenciales que datan de 1300dC, sin embargo, esta ocupación no es tema de este trabajo.
En el periodo Formativo tardío a terminal, el Cerro Jazmín fue la capital para suárea inmediata, con al menos dos áreas monumentales y una población estimada de 3000 a 6 500 habitantes (Pérez etal. 2011). Según los patrones de asentamiento regional,parece que en el periodo Formativo tardío el valle de Nochixtlán se dividió entre almenos tres centros primarios: Yucuita, Cerro Jazmín y Monte Negro y las recientesexcavaciones en Etlatongo sugieren que este fue un cuarto centro urbano (Blomster 2015; Blomster y Higelin 2017). Dentro de sus territorios, cada uno de estoscentros no fue igualado por ningún otro asentamiento en términos de tamaño,población estimada y complejidad arquitectónica, lo que sugiere que estos sitioscumplían funciones rituales, económicas y sociopolíticas únicas para sus áreascircundantes. Por lo tanto, argumentamos, como lo han hecho otros investigadores(Pérez et al. 2017c),que, aunque estos centros no compiten con el tamaño y la complejidad del periodoFormativo tardío en Monte Albán, estos asentamientos cumplieron funciones urbanasúnicas para la Mixteca Alta.
Entre las funciones y actividades documentadas hasta ahora en Cerro Jazmín seencuentran las actividades cívico-ceremoniales y comunitarias relacionadas confestines (Pérez et al.2017c), que se llevaron a cabo en un área monumental espacialmenterestringida cerca de la cima de la colina. En un área monumental más accesible en lavertiente media del noreste, hemos documentado otro sector monumental más fácilmenteaccesible para la población y en el que hay evidencia de una tumba de alto estatusque, lamentablemente, fue saqueada a principios del siglo XX. En general, lasexcavaciones en el Cerro Jazmín sugieren que el asentamiento fue un centro urbanocomplejo que estaba configurado espacialmente en diferentes sectores donde sellevaban a cabo diferentes actividades económicas y cívico-ceremoniales en espaciosque iban de restringidos a abiertos para la población en general. Los entierrosprovienen de las terrazas T131, T206, T504, T912, y de la Estructura 25 (Pérezet al. 2017: 731)
Análisis sobre el tratamiento funerario en la Mixteca Alta
Nuestro estudio se basa en 67 individuos, 24 de Etlatongo y 43 de Cerro Jazmín. Paracomprender mejor las prácticas funerarias seguidas por estas sociedades mixtecas enel Formativo, registramos sistemáticamente información sobre los siguientesparámetros: a) procedencia o ubicación del entierro que nos ayuda a saber dónde estáel espacio funerario en relación con la ciudad: casa, templo, plataforma, montículou otro espacio público; b) espacio funerario, que es el área donde un cuerpo ocuerpos fueron enterrados en un lugar específico delimitado por una cista, fosa,pozo troncocónico o tumba; y c) la posición del cuerpo, la posición de cómo seenterró al individuo, que se ve afectada por el proceso de descomposición del mismo(Duday 1997). Además, fue necesarioregistrar el contexto arqueológico, e incluir las ofrendas entre otros datosrelevantes (Blomster y Higelin 2017; Pérez et al. 2017a).
Nuestro análisis también consideró algunos datos de laboratorio. Al recopilar estosdatos, seguimos los métodos de Duday (1997),Lyman (1994) y Pereira (2007) para evaluar el número mínimo de individuos(NMI) enterrados en un solo espacio funerario, así como información sobre su modo deentierro y procesos de descomposición. Nos basamos en la metodología presentada porBuikstra y Ubelaker (1994) para estimarsexo y edad en adultos y aplicamos los métodos de Schaefer y colaboradores (2009) para evaluar la edad y el sexo enesqueletos juveniles. Como parte del análisis bioarqueológico también registramosevidencia de paleopatologías, indicadores de salud, estatura, entre otros rasgosantropofísicos publicados ya con anterioridad (Blomster y Higelin 2017, Pérezet al. 2017a).
Resultados
Hemos observado que nuestra muestra está compuesta principalmente por individuos desexo indeterminado 58.2% (n=39/67), seguidos por hombres 22.4% (n=15/67) y mujeres19.4% (n=13). Al igual que otros contextos mortuorios en Oaxaca (King y Higelin 2017), los restos humanoscomúnmente no estaban bien conservados debido al tipo de sedimento y, en algunoscasos, debido a los tipos de espacios funerarios reutilizados. También sepresentaron algunas muestras sin datos adicionales por falta de elementos anatómicospara evaluar el sexo.
Con respecto al número mínimo de individuos, lo que llama la atención es que hay unamayor cantidad de individuos del Formativo medio en general (n=21) y esta cantidadva disminuyendo de forma paulatina (Formativo tardío n=18, Formativo terminal n=15,y transición/ Clásico temprano n=10). Debido al tamaño de la muestra es difícilrealizar inferencias sobre los motivos de esta disminución, pero anteriormente hemosargüido la posibilidad de que esto se deba a un abandono de la ciudad en el caso delCerro Jazmín (Pérez et al.2017a).
La distribución por sexo es muy similar a lo largo de los cuatro periodos, mientrasque la distribución por edad muestra cambios temporales potenciales. En estesentido, en el Formativo medio y terminal encontramos una menor presencia deinfantes y juveniles, tal vez porque durante estos periodos las poblaciones no sevieron acosadas por ninguna amenaza social, política o económica de grupos externoso por razones ambientales. Durante el Formativo tardío y el transición/Clásicotemprano, hay similitudes entre el número de muertos de edad infantil y juvenil, asícomo adultos jóvenes menores a 35 años de edad a la muerte. Esto podría deberse aque durante estos periodos hubo cambios sociales, políticos y económicosincrementando el riesgo a la muerte. En el caso del Formativo tardío, puede debersea que la organización social cambió de una sociedad preurbana a una urbana, mientrasque en el periodo de transición/Clásico temprano puede relacionarse con el abandono,tal y como lo muestran los datos de excavación en el Cerro Jazmín.
Con respecto a las variables propuestas, el Cuadro2 muestra cambios estadísticamente significativos en los patrones detratamiento funerario con respecto al lugar de entierro. Es común encontrar fosas otumbas en o alrededor de unidades domésticas en Mesoamérica, por ende, no es raroque las unidades domésticas sean los lugares de donde provienen la mayoría denuestros entierros, mientras que pocos ejemplos provienen de espacios públicos, adiferencia de otras regiones, como por ejemplo la costa de Oaxaca (Barber et al. 2013; Mayes y Joyce 2017).
En cuanto a los tipos de espacios funerarios que se usaron, en el Cuadro 3 se observa la preferencia por fosassimples sobre cistas, pozos troncocónicos o inclusive tumbas en todos los periodosmencionados. Este dato es significativo, sin embargo, durante el Formativo medio,los pozos troncocónicos se usaron más como espacios funerarios que las cistas otumbas. En el Formativo tardío, identificamos un cambio hacia el uso de cistas ytumbas, mientras que el uso de tumbas continuó aumentando en el Formativo terminal.Es posible que este patrón esté relacionado con una creciente complejidadsociopolítica, ya que el proceso de urbanización trajo consigo una mayorjerarquización social, misma que se vio reflejada en el conjunto funerario.
En campo, la posición del cuerpo no siempre fue clara o fácil de registrar debido almal estado de conservación. Los infantes y juveniles representaron más de 30% denuestra muestra, y en algunos casos solo este hecho hizo difícil el registro de suposición corporal. Sin embargo, a través del tiempo las posiciones extendida yextendida-flexionada se utilizaron continuamente. En el Cuadro 4, lo que llama la atención es el uso de algunasposiciones en el Formativo medio que ya no continuaron en los periodos siguientes.Tal es el caso de la posición decúbito ventral, que solo se ha registrado para elFormativo medio. Finalmente, una variación gradual en la posición del cuerpo comenzóen el Formativo tardío, lo que llevó a un cambio completo en el Formativo terminal ytransición/ Clásico temprano, cuando solo se registraron las posiciones del cuerpoextendidas y flexionadas.
Tratamiento funerario y organización social en la Mixteca Alta
Nuestros datos ilustran los patrones de tratamiento funerario y sus cambios a medidaque aumentó la complejidad de la organización social en los centros urbanos de laMixteca Alta a lo largo del Formativo. La muestra, presenta un número similar dehombres y mujeres, por lo tanto, hasta el momento, no detectamos diferenciassignificativas en el tratamiento funerario entre ambos sexos, lo que quizá sugieraun cierto grado de igualdad, en las prácticas funerarias, entre sexos durante esteperiodo en la Mixteca Alta. Cabe mencionar que hasta el momento no ha sido claro untratamiento funerario diferenciado entre mujeres y hombres en el periodo Formativo yClásico en Oaxaca (Higelin y Hepp 2017),aunque para el Posclásico y hacia el contacto sí ha habido casos de mujeres de altostatus, como es la sacerdotisa encontrada en San Pedro Ixtlahuaca (García y Higelin 2015), o la discusión sobregénero de los esqueletos de la tumba 7 de Monte Albán (McCafferty et al. 1994), ambos en el valle deOaxaca; además del entierro I-15 relacionado con la cacica de Teposcolula delperiodo de contacto en la Mixteca Alta (Roldánet al. 2014).
En cuanto a las diferencias de tratamiento funerario por categorías de edad, nuestrosdatos muestran tendencias interesantes. No se registraron recién nacidos y niñosmenores de 3 años en el Formativo medio y menos de 5% de la muestra de este periodoeran jóvenes. Esto puede ser debido a varios factores; ya sea que la población gozóde buena salud durante su primera infancia en esta época, lo que posibilitó que lamayoría de las personas alcanzaran la edad adulta; o posiblemente los recién nacidosy adultos jóvenes no hubiesen sido enterrados, sino cremados, es decir, que sutratamiento funerario haya sido diferente, o debido a las alteraciones tafonómicasnaturales, no se encuentren este tipo de esqueletos. En términos de nuestra primerahipótesis, hemos discutido con anterioridad que la salud de la población deEtlatongo durante el Formativo medio fue buena ya que no registramos indicios deestrés en la salud (Blomster y Higelin 2017).En el Formativo tardío, las cosas cambiaron y aumentó la muestra de individuosrecién nacidos, infantes y niños, así como el número de adultos jóvenes. Esto sepuede ver reflejado en el aumento de la complejidad social en la región queincrementó el riesgo a la muerte en infantes y jóvenes.
En el periodo Formativo terminal, la distribución por edades de nuestra muestravolvió a cambiar y regresó a una distribución similar a la identificada para elFormativo medio. Es posible que para entonces las comunidades mixtecas se hubieranadaptado a su ambiente y a su estructura social-urbana. Sin embargo, para el periodode transición/Clásico temprano, la región experimentó otro cambio sociopolítico ycon él detectamos otro cambio en la distribución por edades de los individuosenterrados, el cual coincide con el patrón observado en el Formativo tardío. Por lotanto, planteamos que, en tiempos de transformación sociopolítica, los individuosinfantiles y jóvenes experimentaron mayores dificultades y, a medida que lassociedades aprendieron a vivir en sus nuevas realidades sociales, las condiciones devida de éstos se estabilizaron.
En última instancia, los datos de la categoría de edad reflejan las dificultadespotenciales que el Formativo tardío y transición/Clásico temprano conllevaron debidoa la naturaleza socio-política cada vez más urbana y más compleja. En otraspalabras, a pesar de que la Mixteca Alta podría haber tenido suficientes recursosnaturales para sostener a las poblaciones en crecimiento, los cambios sociales ypolíticos que se estaban experimentando podrían haber impactado a las personas másvulnerables y esto pudo haberse reflejado en la salud de la población. Sin embargo,no hemos encontrado ningún marcador osteológico de estrés en nuestras muestras deforma frecuente y significativa. De los 67 esqueletos estudiados, 50 no presentanindicadores de marcadores de estrés, en este caso, líneas hipoplasia en el esmalte ycribra orbitalia, mientras que los otros 17 aún están bajo revisión (Blomster y Higelin 2017; Pérez et al. 2017a).
Realizamos pruebas Chi-cuadrada de Pearson y observamos que el tratamiento funerarioestá asociado con la creciente complejidad social en la Mixteca Alta. En elFormativo medio, tenemos dos patrones diferentes de espacios funerarios utilizados:los individuos fueron enterrados en fosas simples o en pozos troncocónicos. Sinembargo, una muestra más grande podría permitirnos evaluar si es posible que elrango de una persona haya determinado si era enterrada o no en un pozo troncocónico.En el valle de Oaxaca, al final del Formativo medio, las familias de alto estatusdejaron de usar pozos tronco-cónicos para almacenamiento y los ocuparon paraenterrar a sus muertos (Marcus y Flannery1996). A medida que crezca el conjunto de sitios excavados en la MixtecaAlta, tendremos pruebas comparables para evaluar este patrón mortuorio dentro de laregión.
En el Formativo medio, aún no se construían tumbas y cistas y parece que estas formasarquitectónicas fueron una innovación posterior tanto en el valle de Oaxaca como enla Mixteca Alta. Sin embargo, la excavación de pozos troncocónicos también requiereuna mayor inversión de tiempo y trabajo que una simple tumba. En otras palabras, enel periodo Formativo medio, los habitantes de la Mixteca Alta practicaban variasformas de enterrar a sus muertos y de relacionarse con ellos después de lamuerte.
Independientemente del significado, se utilizaron dos tipos diferentes de espaciosfunerarios los cuales cambiaron en el Formativo tardío. Por ejemplo, la gente enYucunama usaba pozos troncocónicos para enterrar a sus muertos y posteriormentecomenzó a construir tumbas y cistas, tal vez reflejando tradiciones funerarias máscomplejas que surgieron como resultado de la creciente desigualdad social. Para elFormativo tardío, en otros sitios de la Mixteca Alta también vemos la construcciónde tumbas, como el caso en Monte Negro, donde las tumbas eran similares a lasregistradas en Monte Albán y Cerro Jazmín.
Es difícil determinar el motivo por el cual se usaron diferentes espacios funerarios.Como se señaló anteriormente, los pozos troncocónicos se usaron inicialmente comoelementos de almacenamiento y más tarde para enterramientos; tal fue el caso de SanJosé Mogote, en el valle de Oaxaca, donde un entierro está asociado con el abandonode la casa (Marcus y Flannery 1996). Pareceque fue después del Formativo medio cuando surgió la arquitectura exclusiva dedicadaa rituales funerarios en la Mixteca Alta, y podría deberse al aumento de lacomplejidad sociopolítica que estableció una distinción entre los gobernantes/élitesy las personas que no pertenecían a esta categoría.
Finalmente, los cambios en la posición del cuerpo del entierro sugieren algunastendencias interesantes. Si bien las posiciones corporales extendidas y flexionadasse registraron a lo largo del Formativo en ambos sitios, la posición decúbitoventral y sedente solo se registró para el Formativo medio, mismo que no se registraen un periodo posterior. Sin embargo, esta posición se registra nuevamente en elperiodo Posclásico casi 1 000 años después. En este punto no podemos evaluar si elabandono de esta práctica funeraria está asociado con cambios religiosos, políticoso sociales, ya que posiblemente está asociado con el tamaño de la muestra. Esperamosque en el futuro más proyectos de investigación revelen la importancia de estecambio y su posterior adopción en el Posclásico para comprender mejor el significadosimbólico de la posición decúbito ventral y, especialmente, la sedente que aparecefrecuentemente en los códices.
Comentarios finales
En comparación con otras regiones de Oaxaca, observamos que, a diferencia del vallede Oaxaca y la Costa, en la Mixteca Alta no hemos registrado áreas comunitarias parael depósito de entierros, como el uso de cementerios. La falta de entierros en elFormativo temprano (fase Cruz B), recuperados en Etlatongo, en el Cerro Jazmín o enotros sitios de alrededor en la Mixteca Alta sugiere la posibilidad del uso de algúnespacio no doméstico en el que los individuos fueran enterrados, o que pudieran sercremados como ya se ha discutido con anterioridad dentro de la Mixteca Alta (Duncan et al. 2008). Mientrasque los investigadores en la Costa han registrado la presencia de entierrosasociados a espacios públicos, en la Mixteca Alta encontramos que la mayoría de losentierros están asociados con contextos domésticos o reutilizando espacios públicosabandonados en el caso de Etlatongo. En este sentido, los patrones sobre eltratamiento funerario observados en la Mixteca Alta son más cercanos a losregistrados hasta ahora en el valle de Oaxaca que en la costa. Finalmente, lastendencias observadas en la posición del cuerpo parecen compartirse en las tresregiones oaxaqueñas.
Resumen
Main Text
Introducción
Arqueología funeraria en la Mixteca Alta
Tratamiento funerario
Etlatongo
Cerro Jazmín
Análisis sobre el tratamiento funerario en la Mixteca Alta
Resultados
Tratamiento funerario y organización social en la Mixteca Alta
Comentarios finales